Carl Gustav Jung
Carl Gustav Jung nació el 26 de Julio de 1875, en una pequeña villa de Kessewil, Suiza. Primer hijo de Paul Jung, clérigo protestante, y Emilie Preiswerk Jung. Rodeado de una bella, extensa y educada familia, la cual incluye algunos hombres del clérigo y otros excéntricos también. Con siete hermanos menores dentro de su hogar, no le impidieron ser un niño solitario el cual tenía la inclinación por fantasear y soñar, práctica que influye grandemente en su trabajo como creador de nuevas teorías (Grimaldi, 1999).
A
los 7 años manejaba el latín, comenzando así su largo interés por la lengua y
la literatura, especialmente por la literatura antigua. Además de saber las
lenguas de Europa Occidental, podía leer algunas antiguas, incluyendo el sánscrito.
Carl
fue un adolescente solitario, el cual no le importaba mucho la escuela, y
especialmente no asumió competencia alguna. Comienza su abordaje en la escuela
de Base, Suiza, donde se encuentra como objeto de muchos celos. Comenzó a
utilizar la excusa de estar enfermo, desarrollando así la embarazosa tendencia
de desmayarse ante mucha presión. No obstante, su primera opción de carrera es
arqueológica, posteriormente decide estudiar medicina en la
Universidad de Basel. Mientras trabajaba con el famoso neurólogo Krafft-Ebing,
toma la decisión de tomar la psiquiatría como especialización. Después de
graduarse en 1900, trabaja en el Hospital Psiquiatrico Burghöeltzli, en Zurich,
bajo la tutela de Rauschenbach. Enseña clase en la Universidad de Zurcí durante
aquel tiempo; igualmente, realiza práctica privada, y utiliza la asociación de
palabras como método. Gran admirador de Freud, el cual lo conoce en Viena en
1907. Luego de conocerlo, el mismo Freud cancela todas las citas del día, y
hablan por casi 13 horas de seguido.
Freud eventualmente lo visita y
hablaban temas sobre teorías psicoanalíticas; pero nunca Jung se vende ante la
teoría de Freud por completo. Su realación comienza pacificamente en 1909,
durante el viaje a America. Se entretenían analizando los sueños del otro,
parecía más un juego que algo más serio, hecho que se apreciaba cuando Freud
parece resistirse excesivamente al esfuerzo de análisis por parte de Jung.
Intercambian correspondencia por
los próximos años, y la relación va cambiando a través del tiempo, Jung pasa de
ser sumiso ante Freud hasta ser catalogado como el príncipe coronado
(Hothersall, 1997). Luego que Carl Jung se interesa por la mitología y
desarrollará conceptos distintos a los de Freud, la correspondencia entre ellos
termina definitivamente. La primera Guerra Mundial es un periodo doloroso para
el propio análisis de Jung. Es, sin embargo, el comienzo de la creación de una
de las más interesantes teorías de la personalidad que el mundo haya visto
(Boeree, 1997).
En 1944 padece un grave infarto y
la enfermedad lo obliga a dimitir de la cátedra en la Universidad de Psicología
Medica de BAsel. Un
año más tarde, en 1945, recibe el doctorado honorífico de la Universidad de
Ginebra, e igualmente escribe Nach del Katastrophe. Después de la guerra, Jung
realiza muchos viajes, visitando, por ejemplo, a las tribus de África, América
e India- se retira en 1946, porque padece un segundo infarto. Aprueba la
fundación del Instituto C.G. Jung de Zurich en 1948. Cuatro años más tarde escribe
un trabajo sobre la sincronicidad y Respuesta a Job.
En
1955 recibe el título honorífico de Eidgenössische Technische Hochscule.
Desafortunadamente, muere Emma Jung ese mismo año. Publica Mysterium
coniunctionis. Comienza a trabajar con Aniela Jaffé sobre su biografía:
Recuerdos, sueños y pensamientos en 1957. En 1960 empieza a trabajar en el
hombre y sus símbolos. Y, en 1961, muere pacíficamente el 6 de Junio en su casa
de Küsnacht (Ortega, 2000).
Constructos
y postulados Fundamentales
El
pensamiento de Carl Jung transformó el mundo de la psicología moderna. Pero su
contribución se extendió más allá de la teoría y práctica de la psicología
analítica. Cruzó el mundo de la ciencia a través de su observación empírica, su
percepción intuitiva y su gran imaginación mitológica; además de todos sus
estudios de los fenómenos paranormales y poderes extrasensoriales, sus estudios
de astrología, alquimia y I Ching, entre otros. Por esto no es de asombrar que
su labor tenga tantas alusiones esotéricas y mágicas. Con Jung los dioses de la
antigüedad volvieron a presentarse al hombre cotidiano, no como
representaciones divinas, sino como símbolos de transformación de la psique,
necesarios en el proceso humano hacia la plenitud.
Jung
se concentró hacia el interior dejando de lado el mundo exterior. Y al indagar
en su inconsciente encontró una enorme cantidad de fuerzas que llamó
Arquetípicas. Decidió ceder al impulso, dejarse llevar por las corrientes y
escuchar lo que trataba de llegar a él desde su interior. Jung desarrollo sus
teorías, trazando un amplio conocimiento de la mitología y la Historia;
recorriendo diversas culturas. Se ocupó del vínculo entre el consciente y el
inconsciente, proponiendo los tipos de personalidad, ahora bien conocidos:
extroversión e introversión. Llegó a una distinción entre las sensaciones
personales y los pensamientos inconscientes, o reprimidos desarrollados durante
la vida del individuo, y lo que denominó Inconsciente Colectivo, sensaciones,
pensamientos, y memorias compartidas por toda la humanidad.
La
teoría de Jung divide la psique en 3 partes. La primera es el Yo, el cual se
identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el
inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la
consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente Personal (I.P)
sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye
ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y
aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia
estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.
Después
de describir el I.P, Jung añade una parte al psiquismo que hará que su teoría
destaque de las demás: el Inconsciente Colectivo (I.C.). Podríamos llamarle sencillamente nuestra “herencia
psíquica”. Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de
conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Aun así, nunca somos plenamente
conscientes de ello. A partir de él, se establece una influencia sobre todas
nuestras experiencias y comportamientos, especialmente las emocionales; pero
solo le conocemos indirectamente, viendo estas influencias.
Existen
ciertas experiencias que demuestran los efectos del inconsciente colectivo más
claramente que otras. La experiencia de amor a primera vista, el Deja Vu (el
sentimiento de haber estado anteriormente en la misma situación) y el
reconocimiento inmediato de ciertos símbolos y significados de algunos mitos,
se pueden considerar como una conjunción súbita de la realidad externa e
interna del I.C. Otros ejemplos que ilustran con más amplitud la influencia del
I.C., son las experiencias creativas compartidas por los artistas y músicos del
mundo en todos los tiempos, o las experiencias espirituales de la mística de
todas las religiones, o los paralelos de los sueños, fantasías, mitología,
cuentos de hadas y literatura.
Un
ejemplo interesante que actualmente se discute es la experiencia cercana a la
muerte. Parece ser que muchas personas de diferentes partes del mundo y con
diferentes antecedentes culturales viven situaciones muy similares cuando han
sido “rescatados” de la muerte clínica. Hablan de que sienten que abandonan su
cuerpo, viendo sus cuerpos y los eventos que los rodean claramente; de que
sienten como un “fuerza les atrae hacia un túnel largo que desemboca en una luz
brillante; de ver a familiares fallecidos o figuras religiosas esperándoles y
una cierta frustración por tener que abandonar esta feliz escena y volver a sus
cuerpos. Quizás todos estamos “programados” para vivir la experiencia de la
muerte de esta manera.
Arquetipos
Los
contenidos del inconsciente colectivo son los llamados Arquetipos. Jung también les llamó: dominantes, imagos, imágenes
primordiales o mitológicas y otros nombres, pero el término arquetipo es el más
conocido. Sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de
una determinada manera.
El
arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un “principio
organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de la misma manera
que los instintos en la teoría freudiana. Al principio, el bebé solo quiere
algo que comer, sin saber lo que quiere. Es decir, presenta un anhelo
indefinido que, no obstante, puede ser satisfecho por algunas cosas y no por
otras. Más tarde, con la experiencia, el bebé empieza a anhelar cosas más
concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una langosta a las
brasa, un pedazo de pizza estilo Nueva York). El arquetipo es un como un agujero
negro en el espacio. Solo sabemos que está ahí por cómo atrae materia y luz
hacia sí mismo. Entre algunos ejemplos de Arquetipos podemos mencionar:
La
sombra:
Por
supuesto que en la teoría Junguiana
también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de
un arquetipo llamado sombra. Deriva de un pasado pre-humano y anima, cuando
nuestra preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando
éramos conscientes de nosotros como sujetos.
Sería
el “lado oscuro” del Yo (es decir, del sí mismo), y nuestra parte negativa o
diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es
amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar
calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para
obtener comida. Para él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que
hace. Es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos
parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un
“basurero” de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.
Un hombre que no ha pasado a
través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.
Los
símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el jardín del Edén), el
dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a
una piscina de agua, que representaría el I.C., la siguiente vez que sueñen que
están peleando con un luchador fortísimo, puede que simplemente ¡se esté
peleando con usted mismo!
La
persona
La
persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está
relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que
significara máscara (revisar la temática anterior: ). Por tanto, la persona es
la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia
siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser parte de
nosotros más distantes del inconsciente colectivo.
En
su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos queremos
brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor
cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia
naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que
pretendemos ser.
Anima
animus:
Una
parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar.
Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género
físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad
todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cuando empezamos nuestra vida
como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente,
bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos o hembras. De la misma
manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos
o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan
estas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la
cual gradualmente nos convierte en hombre y mujeres.
Todos nacemos originales y
morimos copias.
En
todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres
difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes
papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente
tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes
de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más
calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los
aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas
significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.
El
ánima es el aspecto femenino presente en el I.C. de los hombres y el animus es
el aspecto masculino presente en el I.C. de la mujer. Unidos se les conoce como
syzygy. El ánima puede estar representada (personificada) como una joven chica,
muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra.
Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida
misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero o
usualmente como un grupo de hombres y tiende a ser lógico, muchas veces
racionalista e incluso argumentativo.
El
anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con
el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él.
Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un
mito griego, estamos siempre buscando nuestra otra mita; esa otra mitad que los
Dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto.
Entonces
nuestro arquetipo nos permite conocernos mejor y a su vez conocer mejor a
nuestra pareja, de este modo cada vez que necesitemos repuestas a las cuales
necesitaremos usar para entender la situaciones o lo que necesita nuestras
parejas, simplemente haremos contactos con nuestro lado opuesto para que
mediante la unidad con ella, nuestras relaciones interpersonales sean más
agradables.
Sincronicidad
A
través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los proceso
psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El
mecanicismo es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de
causa-efecto. Una cosa lleva a la otra, y esa otra a una siguiente y así
sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la
idea que define que somos guiados por nuestros propósitos, significados,
valores y demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias
naturales; la teleología está relacionada con el libre albedrío y se considera
en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común en filósofos
moralistas, legalistas y religiosos y, por supuestos también, en algunos
teóricos de la personalidad.
La
sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que nos están ni causalmente
ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. Un
ejemplo sería la de un paciente que describía un sueño con un escarabajo y
justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo
muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos
con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos
encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora
en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y
nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los
psicólogos llamarías a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos
lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de
cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a
través del I.C.
Jung
nunca aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de
sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la
realidad. Desde este punto de vista, nuestro Yo individuales son como islas en
el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes
individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre
nosotros por medio del suelo marino que subyacen a las aguas.
Cuando
soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro I.P., acercándonos cada vez
más a nuestra esencia: el I.C. Es precisamente en estos estados cuando somos
más permeables a las “comunicaciones” de otros Yo. La sincronicidad hace de la
teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatibles con los fenómenos
parapsicológicos, sino que incluso intentan explicarlos.
El
Yo y su importancia en el proceso de Individuación
Como
otros Arquetipos, el arquetipo del Yo depende de las experiencias adquiridas,
así como de las disposiciones innatas de su estructura. Jung sostenía que el
arquetipo del Yo podía ser una fuerza constructiva en el logro de la
individuación, si la persona presta atención a los manejos de sus sueños y es
receptivo a sus intuiciones e instigaciones internas. Para Jung el Ego
(diferenciándolo con el Yo) es el centro de la consciencia y es primero
afectado en gran medida por la persona y por el mundo externo.
El
Yo puede trabajar con propósitos cruzados con el ego y crear discordia en la
personalidad. Puede realmente asumir las funciones del ego y provocar que la
persona se comporte en formas antisociales y destructivas. Pero Jung creía que
podría también servir a la personalidad en una forma positiva comunicando al
ego los requerimientos del inconsciente. El Yo debe ser el verdadero centro de
la personalidad, pero esto se lleva a cabo sólo cuando es completa la diferenciación
e integración de todos los componentes.
Una
persona que tiene muchos conflictos con los demás quizás experimente conflictos
dentro de sí misma –conflictos entre sus propias tendencias y rasgos
opuestos–. Un hombre que crea gran
fricción con los demás puede estar manifestando su propio conflicto interno
entre su persona y la naturaleza de su anima.
Una
mujer que no podía progresar con sus superiores quizás refleja su propio
conflicto entre su animus y su persona. Sus tendencias masculinas no reconocidas
están en conflicto con su identidad femenina. En ambos casos, la unión de los
opuestos dentro disminuiría los conflictos afuera.
Estas
tendencias opuestas son naturales en los seres humanos; por tanto, requieren
una personalidad altamente desarrollada, una en la que la individualidad haya
sido alcanzada, para resolver los conflictos. La unión de los opuestos es una
función a un alto nivel del Yo. Los rasgos opuestos se convierten en rasgos
complementarios y, éstos apoyan y no compiten entre sí.
Conforme
la persona se vuelve más individuada (ni es lo mismo que Individual, es decir,
conforme comenzamos a entender la naturaleza de nuestra persona, nuestra
sombra, nuestra anima o animus y nuestros requerimientos arquetípicos) la
esfera de la consciencia aumenta para incluir muchas áreas de la psique, que
previamente fueron inconscientes.
El
Yo es el centro de la personalidad expandida. El Yo, que es el ego recentrado,
surge como el núcleo de la personalidad total. Una de sus tareas principales es
la función trascendente, la cual es la armonización de los opuestos.
El
hombre individuado se comporta de una manera viril, aunque no teme expresar su
naturaleza emocional. La mujer femenina mantiene su autonomía y confianza en sí
misma. Puede relacionarse socialmente, sin temor de hacer valer sus peticiones
e intereses personales. Una mujer puede ser femeninamente atractiva, pero
también segura de sí misma y capaz de satisfacer las exigencias de la
vida.
Bibliografía:
Actividades:
Mapa Cognitivo de Cajas
Es un esquema que se conforma por
una serie de recuadros que simulan cajas o cajones. En la caja superior se
anota el tema o idea central. En el segundo nivel se sintetiza la información
de cada uno de los subsistemas.
Ejemplo 1: como debemos realizar el mapa cognitivo
A continuación presento la forma, y ustedes pondrán en los recuadros mayores las principales características de las Actitudes y Funciones:
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