miércoles, 19 de octubre de 2011

III Unidad: Carl Jung


 Carl Gustav Jung

 
Carl Gustav Jung nació el 26 de Julio de 1875, en una pequeña villa de Kessewil, Suiza. Primer hijo de Paul Jung, clérigo protestante, y Emilie Preiswerk Jung. Rodeado de una bella, extensa y educada familia, la cual incluye algunos hombres del clérigo y otros excéntricos también. Con siete hermanos menores dentro de su hogar, no le impidieron ser un niño solitario el cual tenía la inclinación por fantasear y soñar, práctica que influye grandemente en su trabajo como creador de nuevas teorías (Grimaldi, 1999).


A los 7 años manejaba el latín, comenzando así su largo interés por la lengua y la literatura, especialmente por la literatura antigua. Además de saber las lenguas de Europa Occidental, podía leer algunas antiguas, incluyendo el sánscrito.

Carl fue un adolescente solitario, el cual no le importaba mucho la escuela, y especialmente no asumió competencia alguna. Comienza su abordaje en la escuela de Base, Suiza, donde se encuentra como objeto de muchos celos. Comenzó a utilizar la excusa de estar enfermo, desarrollando así la embarazosa tendencia de desmayarse ante mucha presión. No obstante, su primera opción de carrera es arqueológica, posteriormente decide estudiar medicina en la Universidad de Basel. Mientras trabajaba con el famoso neurólogo Krafft-Ebing, toma la decisión de tomar la psiquiatría como especialización. Después de graduarse en 1900, trabaja en el Hospital Psiquiatrico Burghöeltzli, en Zurich, bajo la tutela de Rauschenbach. Enseña clase en la Universidad de Zurcí durante aquel tiempo; igualmente, realiza práctica privada, y utiliza la asociación de palabras como método. Gran admirador de Freud, el cual lo conoce en Viena en 1907. Luego de conocerlo, el mismo Freud cancela todas las citas del día, y hablan por casi 13 horas de seguido.

Freud eventualmente lo visita y hablaban temas sobre teorías psicoanalíticas; pero nunca Jung se vende ante la teoría de Freud por completo. Su realación comienza pacificamente en 1909, durante el viaje a America. Se entretenían analizando los sueños del otro, parecía más un juego que algo más serio, hecho que se apreciaba cuando Freud parece resistirse excesivamente al esfuerzo de análisis por parte de Jung.

Intercambian correspondencia por los próximos años, y la relación va cambiando a través del tiempo, Jung pasa de ser sumiso ante Freud hasta ser catalogado como el príncipe coronado (Hothersall, 1997). Luego que Carl Jung se interesa por la mitología y desarrollará conceptos distintos a los de Freud, la correspondencia entre ellos termina definitivamente. La primera Guerra Mundial es un periodo doloroso para el propio análisis de Jung. Es, sin embargo, el comienzo de la creación de una de las más interesantes teorías de la personalidad que el mundo haya visto (Boeree, 1997).

En 1944 padece un grave infarto y la enfermedad lo obliga a dimitir de la cátedra en la Universidad de Psicología Medica de BAsel. Un año más tarde, en 1945, recibe el doctorado honorífico de la Universidad de Ginebra, e igualmente escribe Nach del Katastrophe. Después de la guerra, Jung realiza muchos viajes, visitando, por ejemplo, a las tribus de África, América e India- se retira en 1946, porque padece un segundo infarto. Aprueba la fundación del Instituto C.G. Jung de Zurich en 1948. Cuatro años más tarde escribe un trabajo sobre la sincronicidad y Respuesta a Job.


En 1955 recibe el título honorífico de Eidgenössische Technische Hochscule. Desafortunadamente, muere Emma Jung ese mismo año. Publica Mysterium coniunctionis. Comienza a trabajar con Aniela Jaffé sobre su biografía: Recuerdos, sueños y pensamientos en 1957. En 1960 empieza a trabajar en el hombre y sus símbolos. Y, en 1961, muere pacíficamente el 6 de Junio en su casa de Küsnacht (Ortega, 2000).

Constructos y postulados Fundamentales

El pensamiento de Carl Jung transformó el mundo de la psicología moderna. Pero su contribución se extendió más allá de la teoría y práctica de la psicología analítica. Cruzó el mundo de la ciencia a través de su observación empírica, su percepción intuitiva y su gran imaginación mitológica; además de todos sus estudios de los fenómenos paranormales y poderes extrasensoriales, sus estudios de astrología, alquimia y I Ching, entre otros. Por esto no es de asombrar que su labor tenga tantas alusiones esotéricas y mágicas. Con Jung los dioses de la antigüedad volvieron a presentarse al hombre cotidiano, no como representaciones divinas, sino como símbolos de transformación de la psique, necesarios en el proceso humano hacia la plenitud.


Jung se concentró hacia el interior dejando de lado el mundo exterior. Y al indagar en su inconsciente encontró una enorme cantidad de fuerzas que llamó Arquetípicas. Decidió ceder al impulso, dejarse llevar por las corrientes y escuchar lo que trataba de llegar a él desde su interior. Jung desarrollo sus teorías, trazando un amplio conocimiento de la mitología y la Historia; recorriendo diversas culturas. Se ocupó del vínculo entre el consciente y el inconsciente, proponiendo los tipos de personalidad, ahora bien conocidos: extroversión e introversión. Llegó a una distinción entre las sensaciones personales y los pensamientos inconscientes, o reprimidos desarrollados durante la vida del individuo, y lo que denominó Inconsciente Colectivo, sensaciones, pensamientos, y memorias compartidas por toda la humanidad.

La teoría de Jung divide la psique en 3 partes. La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente Personal (I.P) sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.


Después de describir el I.P, Jung añade una parte al psiquismo que hará que su teoría destaque de las demás: el Inconsciente Colectivo (I.C.). Podríamos  llamarle sencillamente nuestra “herencia psíquica”. Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Aun así, nunca somos plenamente conscientes de ello. A partir de él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y comportamientos, especialmente las emocionales; pero solo le conocemos indirectamente, viendo estas influencias.


Existen ciertas experiencias que demuestran los efectos del inconsciente colectivo más claramente que otras. La experiencia de amor a primera vista, el Deja Vu (el sentimiento de haber estado anteriormente en la misma situación) y el reconocimiento inmediato de ciertos símbolos y significados de algunos mitos, se pueden considerar como una conjunción súbita de la realidad externa e interna del I.C. Otros ejemplos que ilustran con más amplitud la influencia del I.C., son las experiencias creativas compartidas por los artistas y músicos del mundo en todos los tiempos, o las experiencias espirituales de la mística de todas las religiones, o los paralelos de los sueños, fantasías, mitología, cuentos de hadas y literatura.

Un ejemplo interesante que actualmente se discute es la experiencia cercana a la muerte. Parece ser que muchas personas de diferentes partes del mundo y con diferentes antecedentes culturales viven situaciones muy similares cuando han sido “rescatados” de la muerte clínica. Hablan de que sienten que abandonan su cuerpo, viendo sus cuerpos y los eventos que los rodean claramente; de que sienten como un “fuerza les atrae hacia un túnel largo que desemboca en una luz brillante; de ver a familiares fallecidos o figuras religiosas esperándoles y una cierta frustración por tener que abandonar esta feliz escena y volver a sus cuerpos. Quizás todos estamos “programados” para vivir la experiencia de la muerte de esta manera.


Arquetipos

Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados Arquetipos. Jung también les llamó: dominantes, imagos, imágenes primordiales o mitológicas y otros nombres, pero el término arquetipo es el más conocido. Sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera.

El arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un “principio organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de la misma manera que los instintos en la teoría freudiana. Al principio, el bebé solo quiere algo que comer, sin saber lo que quiere. Es decir, presenta un anhelo indefinido que, no obstante, puede ser satisfecho por algunas cosas y no por otras. Más tarde, con la experiencia, el bebé empieza a anhelar cosas más concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una langosta a las brasa, un pedazo de pizza estilo Nueva York). El arquetipo es un como un agujero negro en el espacio. Solo sabemos que está ahí por cómo atrae materia y luz hacia sí mismo. Entre algunos ejemplos de Arquetipos podemos mencionar:

La sombra:

Por supuesto que en la teoría Junguiana  también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado sombra. Deriva de un pasado pre-humano y anima, cuando nuestra preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando éramos conscientes de nosotros como sujetos.

Sería el “lado oscuro” del Yo (es decir, del sí mismo), y nuestra parte negativa o diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Para él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un “basurero” de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.

Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.


Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que representaría el I.C., la siguiente vez que sueñen que están peleando con un luchador fortísimo, puede que simplemente ¡se esté peleando con usted mismo!



La persona

La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que significara máscara (revisar la temática anterior: ). Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo.

En su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser.


Anima animus:

Una parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar. Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cuando empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos o hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan estas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombre y mujeres.


Todos nacemos originales y morimos copias.



En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.

El ánima es el aspecto femenino presente en el I.C. de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el I.C. de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El ánima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero o usualmente como un grupo de hombres y tiende a ser lógico, muchas veces racionalista e incluso argumentativo.

El anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él. Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un mito griego, estamos siempre buscando nuestra otra mita; esa otra mitad que los Dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto.

Entonces nuestro arquetipo nos permite conocernos mejor y a su vez conocer mejor a nuestra pareja, de este modo cada vez que necesitemos repuestas a las cuales necesitaremos usar para entender la situaciones o lo que necesita nuestras parejas, simplemente haremos contactos con nuestro lado opuesto para que mediante la unidad con ella, nuestras relaciones interpersonales sean más agradables.



Sincronicidad

A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los proceso psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a la otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la idea que define que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología está relacionada con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuestos también, en algunos teóricos de la personalidad.

La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que nos están ni causalmente ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. Un ejemplo sería la de un paciente que describía un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los psicólogos llamarías a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del I.C.

Jung nunca aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este punto de vista, nuestro Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyacen a las aguas.

Cuando soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro I.P., acercándonos cada vez más a nuestra esencia: el I.C. Es precisamente en estos estados cuando somos más permeables a las “comunicaciones” de otros Yo. La sincronicidad hace de la teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatibles con los fenómenos parapsicológicos, sino que incluso intentan explicarlos.


El Yo y su importancia en el proceso de Individuación

Como otros Arquetipos, el arquetipo del Yo depende de las experiencias adquiridas, así como de las disposiciones innatas de su estructura. Jung sostenía que el arquetipo del Yo podía ser una fuerza constructiva en el logro de la individuación, si la persona presta atención a los manejos de sus sueños y es receptivo a sus intuiciones e instigaciones internas. Para Jung el Ego (diferenciándolo con el Yo) es el centro de la consciencia y es primero afectado en gran medida por la persona y por el mundo externo.

El Yo puede trabajar con propósitos cruzados con el ego y crear discordia en la personalidad. Puede realmente asumir las funciones del ego y provocar que la persona se comporte en formas antisociales y destructivas. Pero Jung creía que podría también servir a la personalidad en una forma positiva comunicando al ego los requerimientos del inconsciente. El Yo debe ser el verdadero centro de la personalidad, pero esto se lleva a cabo sólo cuando es completa la diferenciación e integración de todos los componentes.

Una persona que tiene muchos conflictos con los demás quizás experimente conflictos dentro de sí misma –conflictos entre sus propias tendencias y rasgos opuestos–.  Un hombre que crea gran fricción con los demás puede estar manifestando su propio conflicto interno entre su persona y la naturaleza de su anima.

Una mujer que no podía progresar con sus superiores quizás refleja su propio conflicto entre su animus y su persona. Sus tendencias masculinas no reconocidas están en conflicto con su identidad femenina. En ambos casos, la unión de los opuestos dentro disminuiría los conflictos afuera.

Estas tendencias opuestas son naturales en los seres humanos; por tanto, requieren una personalidad altamente desarrollada, una en la que la individualidad haya sido alcanzada, para resolver los conflictos. La unión de los opuestos es una función a un alto nivel del Yo. Los rasgos opuestos se convierten en rasgos complementarios y, éstos apoyan y no compiten entre sí.

Conforme la persona se vuelve más individuada (ni es lo mismo que Individual, es decir, conforme comenzamos a entender la naturaleza de nuestra persona, nuestra sombra, nuestra anima o animus y nuestros requerimientos arquetípicos) la esfera de la consciencia aumenta para incluir muchas áreas de la psique, que previamente fueron inconscientes.

  
El Yo es el centro de la personalidad expandida. El Yo, que es el ego recentrado, surge como el núcleo de la personalidad total. Una de sus tareas principales es la función trascendente, la cual es la armonización de los opuestos.


El hombre individuado se comporta de una manera viril, aunque no teme expresar su naturaleza emocional. La mujer femenina mantiene su autonomía y confianza en sí misma. Puede relacionarse socialmente, sin temor de hacer valer sus peticiones e intereses personales. Una mujer puede ser femeninamente atractiva, pero también segura de sí misma y capaz de satisfacer las exigencias de la vida. 



 Bibliografía:



Actividades:


Mapa Cognitivo de Cajas

Es un esquema que se conforma por una serie de recuadros que simulan cajas o cajones. En la caja superior se anota el tema o idea central. En el segundo nivel se sintetiza la información de cada uno de los subsistemas.
 Ejemplo 1: como debemos realizar el mapa cognitivo



A continuación presento la forma, y ustedes pondrán en los recuadros mayores las principales características de las Actitudes y Funciones: